Tomado de Internet: La Integridad: No hay doble cara. ¡Nuevo!
Había una historia en un periódico años atrás sobre un hombre de Long
Beach que fue a comprar un pollo para él y la mujer que lo acompañaba a
una tienda de KFC (Kentucky Fried Chicken). Ella esperó en el coche
mientras él fue a recoger el pollo. Sin darse cuenta, el gerente de la
tienda entregó al hombre la caja en la que había puesto las ganancias
del día, en vez de la caja con el pollo. Es que iba a hacer un depósito y
lo había camuflado poniendo el dinero en una caja de pollo frito.
El hombre tomó su caja, volvió al coche, y los dos se fueron. Cuando
llegaron al parque y abrieron la caja, encontraron que tenían una caja
llena de dinero. Ahora bien, este era un momento muy vulnerable para una
persona común. Sin embargo, al darse cuenta del error, volvió al coche y
se dirigió al lugar y devolvió el dinero al gerente. Bueno, ¡el gerente
estaba alborozado! Estaba tan complacido que dijo al joven: "Quédate
por aquí. Quiero llamar al periódico para que te saquen la foto. Eres el
tipo más honesto del pueblo".
"Oh no, ¡no haga eso!", dijo el sujeto.
"¿Por qué no?, preguntó el gerente.
"Bueno", dijo, "sabe, estoy casado, y la mujer con la que estoy no es mi esposa".
Aparentemente, no había considerado las consecuencias de sus acciones.
Aun cuando estaba haciendo algo correcto, resultó que también estaba
haciendo algo incorrecto. Una persona de integridad es integrada y
auténtica. No hay ninguna duplicidad de actitudes y acciones.
Cuando el apóstol Pablo hace una lista de las calificaciones para un
anciano de una iglesia, dice que "Es necesario que tenga buen testimonio
de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo"
(1 Timoteo 3:7). Esto no es solo una cualidad deseable para los
ancianos de la iglesia, sino una cualidad a la que todos debemos
aspirar. Los cristianos deben ser irreprochables en su testimonio
público ante el mundo que los observa.
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