Aliento del Cielo: Lo Que el Espíritu Santo Produce en Nuestra Vida. Benignidad (No. 5)
La amabilidad siempre causa una sonrisa. Siempre cambia el ambiente. Cada
vez en este momento de la historia de la humanidad, desconfiamos más de los
demás. Un gesto de respeto o amor se confunde como que se busca algo de otros,
que se busca una recompensa o una oportunidad para lograr un favor de otros.
La amabilidad destruye todos estos pensamientos. Lo
bueno que se hace a otros es sin esperar nada a cambio, es para alegrar a
alguien, para edificar la estima de otro, para ayudarle a los demás. Cuando el
Espíritu Santo vive en nosotros resalta nuestro espíritu de servicio y nuestro
contentamiento. Pablo lo manifiesta en la Carta a los Romanos: “Vivan
siempre en armonía. Y no sean orgullosos, sino traten como iguales a la gente
humilde. No se crean más inteligentes que los demás. Si alguien los trata
mal, no le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen siempre hacer el
bien a todos.” Romanos 12:16-17. Armonía. Humildad. Bien. Al pedir una
definición de la palabra amabilidad, las primeras tres palabras que pueden
identificarse son éstas.
Salude. Ayude. No trate mal a quién nos ayuda con los
servicios (meseros, vigilantes, secretarias, recepcionistas, entre otros.) Sin
interés. Sin oportunismo. Sin esperar un gracias o una recompensa. La
amabilidad es uno de los pocos valores que van hacia una sola vía: Van hacia
dar. Esto se logra, sólo por manifestar el cambio que Dios está realizando en
nuestra vida.
Sé amable con todos, no sabes el día que eso pueda
salvar tu vida, tal como lo narra la siguiente historia: Un señor trabajaba en una planta empacadora de carne
en Noruega. Un día terminando su jornada laboral, fue a uno de los
refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se
quedó atrapado dentro del refrigerador. Golpeó fuertemente la puerta y
empezó a gritar, pero nadie lo escuchó. La mayoría de los trabajadores se
habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía
esa puerta.
Llevaba
cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte cuando de repente se abrió
la puerta. El guarda de seguridad entró y lo rescató. Después de
esto, le preguntaron al guarda a qué se debe que se le ocurriera abrir esa
puerta si no es parte de su rutina de trabajo?. Él explicó: “Llevo
trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran en la planta
cada día. Este señor es el único que me saluda en la mañana y se despide
de mi por las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si yo
fuera invisible. Esta mañana me dijo “Hola” a la entrada, pero nunca
escuché “Hasta mañana”.
Yo espero por ese hola, buenos días, y ese hasta
mañana cada día. Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé
que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo
encontré”
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