Sobre Liderazgo: Ley de la Influencia.
Una
de mis historias favoritas que ilustra la Ley de la Influencia tiene que ver
con Abraham Lincoln. En 1832, años antes de convertirse en presidente, el joven
Lincoln reunió un grupo de hombres para combatir en la guerra contra Black Hawk
[el indio Black Hawk, Halcón Negro].
En
esos días, la persona que reunía una compañía voluntaria para la milicia por lo
general se convertía en su líder y asumía el rango de comandante. En este caso,
Lincoln obtuvo el rango de capitán, pero Lincoln tenía un problema. No sabía
nada de milicia. No tenía experiencia militar, y no sabía nada acerca de
tácticas. Le costaba recordar los procedimientos militares más sencillos.
Por
ejemplo, un día iba marchando con varias docenas de hombres a lo largo de un
campo y debía guiarlos a través de una puerta hacia otro campo. No supo cómo
hacerlo. Al referir luego al incidente, Lincoln dijo: «Ni por mi propia vida
pude recordar la palabra de mando correcta para que los soldados de mi compañía
se pusieran uno detrás del otro. Finalmente, cuando nos acercábamos [a la
puerta] grité: “Esta compañía romperá filas por dos minutos, y luego formará
filas otra vez al otro lado de la puerta”».1
Con
el paso del tiempo, el nivel de influencia de Lincoln sobre otros en la milicia
en realidad disminuyó. Mientras otros
oficiales se destacaron y obtuvieron rango, Lincoln comenzó a ir en dirección
opuesta. Comenzó con el título y
la posición de capitán, pero
esto no le sirvió de mucho. No pudo superar la Ley de la Influencia. Al final
de su servicio militar, Abraham Lincoln encontró su lugar adecuado cuando bajó
al rango de soldado raso.
Afortunadamente
para él y para el destino de Estados Unidos Lincoln llegó a superar su
incapacidad de influir en otros. Siguió su tiempo en la milicia, y tuvo
trabajos más bien mediocres en la asamblea legislativa del estado de Illinois y
en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. No obstante, con el tiempo y
con mucho esfuerzo y experiencia personal, se convirtió en una persona de
impacto e influencia notables y uno de los mejores presidentes estadounidenses.
Este
es mi proverbio favorito acerca del liderazgo: «El que se cree líder y no tiene
seguidores, sólo está dando un paseo». Si usted no puede influir en otros,
estos no lo seguirán. Y si ellos no lo siguen, usted no es un líder. Esa es la
Ley de la Influencia. No importa lo que cualquier persona le diga, recuerde que
el liderazgo es influencia, nada más, nada menos.
Tomado del Cuaderno de ejercicios de libro: 21 Leyes Indispensables del Liderazgo.
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